15.8.10

El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde

La Historia de la puerta.

El abogado Utterson era un hombre de gesto adusto que nunca sonreía ni mostraba sus sentimientos; frío,corto de palabras,flaco,alto,vetusto,sombrío y sin embargo,de algún modo, querible.En reunión de amigos,y cuando el vino era de su gusto,un brillo de genuina humanidad se encendía en sus ojos;y aunque ese rasgo humano jamás se manifestaba en palabras, lo hacía no solo en esas señales mudas de la sobremesa sino con más frecuencia ,clamorosamente,en los actos de su vida.Era austero consigo mismo;bebía ginebra cuando estaba solo,para modificar un gusto por los vinos añejos;y aunque disfrutaba en el teatro,no había asistido a una función en veinte años.Pero tenía una marcada tolerancia,con los otros;a veces admiraba,casi con envidia, la energía de los espiritus dedicados al pecado;y cuando se prestaba la ocasión prefería ayudar antes de reprobar."Me inclino por la herejía de Caín",solía decir,en su estilo arcaico de expresarse."Dejo que mi hermano encuentre por si mismo el camino del infierno"En esta línea de conducta,con frecuencia le tocaba ser el último contacto decente,y la ultima buena influencia,en las vidas de hombres caídos.Y a estos,en la medida en que seguían acudiendo a él,nunca les mostró ningún cambio de actitud.
Esto último no les resultaba difícil,ya que era poco demostrativo en general,y aún sus amistades parecían fundarse en la misma benevolencia abarcadora.Es signo del hombre modesto aceptar el círculo de amigos que le ha deparado al azar;y así lo había hecho el abogado.Sus amigos eran los de su sangre,o los conocidos de su juventud; sus afectos,cómo la hiedra,eran frutos del tiempo,y no necesitba que el objeto al que se dirigían mostrara virtudes especiales.De ahí,sin duda,el lazo que lo unía al sociable y activo Richard Enfield, pariente lejano suyo.
Para muchos era intrigante lo que podían tener en común estos dos hombres, o el atractivo que encontraban uno en el otro, Quienes se los habían cruzado...